el juego simbólico
El juego simbólico se refiere a la capacidad de los niños y las niñas para imitar situaciones de la vida real y ponerse en la piel de otras personas. Se trata de una actividad en la que pasan continuamente de lo real a lo imaginario.
A través de este juego, representan de forma simbólica los roles y las situaciones del mundo que les rodea, e implica, por ejemplo, «hacer como si» comieran, usando un palillo en vez de una cuchara, o «hacer como si» fueran las progenitoras o las doctoras de un muñeco.
Se trata de una actividad que ayuda a ampliar el lenguaje, a desarrollar la empatía y, sobre todo, a consolidar representaciones mentales. También es una vía para que canalicen sus preocupaciones e incluso les permite encontrar soluciones a sus conflictos, ya que recrean diferentes situaciones a través del juego.
Generalmente, el juego simbólico comienza a los dos años, aunque depende mucho de la madurez psicológica de cada niño y niña. Es una actividad que aparece cuando desarrollan la capacidad para crear y trabajar mentalmente con los símbolos.
En un primer momento, se limitan a reproducir la vida cotidiana de las adultas, los cuentos que les leen, los dibujos animados, etc. De hecho, a los dos y tres años la visión de los niños y las niñas aún es muy egocéntrica y prefieren jugar solas o con su familia. Sin embargo, poco a poco, a medida que se consolida el lenguaje, su imaginación y capacidad de representación, van recreando escenarios más complejos, fruto de su fantasía, e incluyen a otras personas en el juego.
Un aspecto fundamental de esta nueva actividad es el juego compartido. En un primer momento comparten su juego con su familia, pero más adelante comienzan a disfrutar jugando con sus iguales. En este punto son capaces de establecer una meta común y ciertas normas del juego. Poco a poco, el juego simbólico se hace más complejo y grupal, por lo que pasa a ser un proceso de socialización propiamente dicho.
Este cambio se produce a los cuatro o cinco años, edad en la que ya tienen las herramientas psicológicas necesarias para compartir el simbolismo del juego.