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LA TERAPIA DE JUEGO

La terapia de juego es una terapia humanista no directiva que acompaña a niñas y niños con dificultades emocionales en el proceso de elaborar emocionalmente las experiencias no cerradas y no integradas mediante diferentes herramientas y materiales que permiten a través del juego libre: la proyección, la simbolización y la exteriorización de estas emociones y vivencias. Este acompañamiento se hace en un espacio de seguridad, generando vínculo, a través del cuidado y sin juicios o expectativas.

Una de las líneas de la terapia de juego es la creada por Virginia Axline, que consiste en una síntesis de otras técnicas y terapias que parten de la no directividad. Esta línea terapéutica es humanista y trabaja desde el contacto de persona a persona y la creación de vínculos.

La terapia de juego se emplea para trabajar con niños y niñas que tienen dificultades emocionales (miedos, tristeza, baja autoestima, angustia, inseguridad, agresividad, etc.) o que han sufrido experiencias traumáticas; situaciones que les han generado dolor o han afectado a su conducta. En las sesiones de terapia podemos encontrar desde niños y niñas con dificultades únicamente en la expresión emocional, hasta niños y niñas con una traumatización real.

En esta técnica terapéutica los niños y niñas expresan su mundo interno mediante el juego libre y diferentes materiales y herramientas. El juego libre les permite expresar las experiencias que no tienen del todo elaboradas y cerradas, las que les generan malestar, dolor, etc. Juegan sus vivencias y sus historias inconclusas, incluidas sus experiencias traumáticas. Juegan para poder elaborarlas y resignificarlas. Además, los materiales que hay en el espacio terapéutico facilitan la proyección, la simbolización y la exteriorización de estas emociones. La terapeuta observa qué experiencias y emociones se ponen en el juego y acompaña a los niños y las niñas en el proceso.

La terapia de juego genera un espacio seguro que permite una expresión auténtica. No hay juicio ni expectativa de lo que los niños y niñas tienen que hacer, por lo que pueden expresar con naturalidad todo su sentir y ser. Encuentran un espacio de autodesarrollo, autorregulación y autosanación, un espacio de libertad donde  pueden decidir qué quieren hacer y cómo quieren hacerlo. Acompañadas por una adulta  que las cuida, que les permite esa expresión, pero que pone límites cuando hay situaciones o dinámicas que no son nutritivas.

Núria Gros Carmona: «Es importante acompañar al niño o a la niña en el juego agresivo. A menudo, a nivel adulto, lo que hacemos es negarles el juego agresivo. Yo creo que una cosa que es muy importante es entender que la pulsión agresiva es una pulsión que es buena, es positiva. El tema es que los niños y niñas tendrán que ir aprendiendo cómo gestionar esta pulsión. Porque la agresividad es lo que nos permite ir al mundo y coger lo que queramos. La agresividad directa con otra persona, eso es lo que no tenemos que permitir. Pero sí, el impulso agresivo es una cosa importante que mantener en los niños y niñas. Es importante compartir el juego agresivo, el juego de guerras, el juego de luchas, etc. Y no introducir elementos morales, porque generalmente lo que tenemos es una tendencia a poner elementos morales. Esta pulsión agresiva acaba teniendo una salida desde un lugar que es seguro porque es de juego. Si no permitimos esta pulsión agresiva en un entorno adecuado, seguro, donde esta agresividad se puede ver proyectada en un muñeco, por ejemplo, muchas veces acabará saliendo con las personas cercanas.»

Núria Gros Carmona: «El dibujo es una herramienta muy potente para los niños y las niñas, pero está muy pervertido, porque se le ha dado valor a la calidad del dibujo y no a la capacidad de expresión y de sacar afuera lo que hay a nivel interno. Es una herramienta que a muchos niños y niñas no les gusta nada. En el proceso terapéutico hay una parte de reparación de toda esta expresividad. Porque muchas veces nosotras proponemos dibujar, pero no dibujar algo concreto, sino lo abstracto, poner colores a lo emocional, poner movimiento. Todo esto, a través de herramientas plásticas. Dibujar facilita la autosanación.»

Núria Gros Carmona: «El trabajo tiene que ser sistémico, tiene que incluir a la familia, tiene que incluir a la escuela y tiene que incluir los vínculos que son importantes para ese niño y niña. Yo creo que en los casos en que hay éxito, en que hay una transformación profunda de lo que está sucediendo, tiene que ver con que todas las partes se integran y acompañan en este cambio. Sí que es verdad que una terapia de expresión muchas veces permite a los niños y las niñas estabilizarse, porque a menudo el contexto familiar no permite esos cambios, y puede ser que los facilite, pero nunca soluciona. Porque generalmente muchas veces el origen es sistémico, es decir, son cosas que están pasando en casa, que están sucediendo en la familia o en el entorno. Por eso es muy importante el trabajo ecosistémico.»